«Märzen» proviene de la palabra alemana para marzo, ya que históricamente esta cerveza se fabricaba en marzo y se guardaba durante los meses de verano.
El estilo Märzen es uno de los estilos alemanes de cerveza más conocidos en todo el mundo. Tiene su origen en la región alemana de Baviera, un estado en el sureste que limita con Liechtenstein, Austria y la República Checa. La capital de Baviera es Múnich, donde se celebra el festival de cerveza más famoso del mundo: el Oktoberfest. Y precisamente este festival, el evento cervecero más tradicional, importante y multitudinario del mundo, tiene mucho que ver en el origen del estilo Märzen, por eso es conocido también como Oktoberfestbier y Festbier.
El estilo Märzen es conocido por ser la cerveza oficial del Oktoberfest. Sin embargo, el estilo Märzen no se limita a Baviera, muchas cervecerías de todo el mundo elaboran su propia versión de esta cerveza, dando lugar a una gran variedad de estilos y sabores.
¿Cómo es el estilo Märzen?
Las cervezas Märzen son de baja fermentación (no confundir con baja graduación, que no tiene nada que ver). La baja fermentación es aquella que se produce entre los 6 y los 12 ºC. El estilo Märzen requiere un proceso de crianza, que se guarda durante varios meses antes de embotellar para mejorar su sabor y estabilidad. Durante este tiempo, la cerveza madura y se vuelve más compleja en sabor.
El estilo Märzen se caracteriza por su color dorado, su limpidez y su sabor suave y bien equilibrado. Son cervezas de cuerpo ligero. En ellas, la malta es la protagonista. La presencia del lúpulo es muy discreta ya que se utiliza principalmente para compensar el dulzor de la malta. El alcohol en estas cervezas suele estar en el rango de 5-6%.
Cervezas Märzen en el Oktoberfest
La cerveza Märzen se fabrica con malta de cebada, lúpulo y levadura lager. La malta utilizada suele ser de cebada de alta calidad, tostada suavemente para darle un sabor a caramelo y un color dorado. El lúpulo utilizado suele ser de bajo amargor y poco aromático, muchas veces de variedades nobles. La levadura lager es responsable de la característica principal de esta cerveza, su sabor limpio y fresco.
¿Cuál es el origen del estilo Märzen?
Durante la Edad Media, no existían medios para controlar las temperaturas y la elaboración de cerveza se veía expuesta a los rigores del clima. Durante el verano las altas temperaturas propiciaban muchas contaminaciones. Entonces, en 1539, u na ley prohibió la elaboración de cerveza durante el verano para minimizar el riesgo de contaminaciones. Según dicha Ley, la cerveza solo se podía elaborar entre el día San Miguel, el 29 de septiembre, y el día de San Jorge, el 23 de abril. Además, la cerveza de fermentación baja, lager, necesita una temperatura de entre 6 y 12° C para la fermentación. Para poder disponer de cerveza durante el verano y abastecer los festivales populares de Otoño (los Oktoberfest), se elaboraban grandes cantidades de cerveza. Para que la cerveza resistiera los rigores del verano sin estropearse, se empleaba más malta, para conseguir una cerveza más robusta y con más alcohol.
El origen de las cervezas IPA es similar, también se modificó una receta popular tradicional para proteger la cerveza del calor. Sin embargo, los cerveceros británicos optaron por echar más lúpulo a la cerveza y confiar la seguridad de su producto a las propiedades bactericidas y fungicidas del lúpulo, en lugar de apostar por aumentar la densidad del mosto y obtener más alcohol.
Así nació el estilo Märzen. La cerveza se elaboraba en marzo y se guardaba en barricas de roble durante los meses de verano. Esto le daba un sabor más complejo y maduro a la cerveza. Con el tiempo, este estilo se volvió cada vez más popular en Baviera, y se elabora y consume durante todo el año y en todo el mundo.
El Oktoberfest es un festival que se celebra en Baviera entre septiembre y octubre. Durante el Oktoberfest, las cervecerías locales ofrecen cervezas Märzen a los asistentes. Este es el motivo por el cual este tipo de cerveza acabó adoptando también los nombres de Festbier y Oktoberfest. una cantidad excedente.
La casa muniquesa sigue el canon del estilo märzen para estas fechas. Estamos ante una lager envejecida, elaborada en marzo para ser consumido en septiembre y octubre. Este envejecimiento genera una prominencia de las maltas, que sumado a una mayor proporción de maltas tostadas, resulta en una cerveza algo más dulce que otras lagers rubias de la región. Esto se advierte ya en su color ambarino y en su aromas.
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Qué difícil es definir la calidad. Muy difícil. Tan difícil que he decidido inventarme una teoría. Es arbitraria, patillera y además la iré improvisando sobre la marcha. La metodología es poco ortodoxa, pero sirve para afrontar de una manera sencilla lo que yo considero que define este término tan abstracto y escurridizo. La llamaré «Teoría de las cuatro patas”, y también le pondré otro nombre porque sí: La “Teoría de la silla coja”.
La «Teoría de las cuatro patas» se fundamenta en que para que un producto pueda ser considerado “de calidad” tiene que manejarse adecuadamente y no fallar en una serie de cuatro características fundamentales. No es necesario que sea excelente en todas, pero debe tener un desempeño notable. Esta teoría también hace una suposición (atrevida si no directamente falaz), y es que la cadena que lleva el producto al consumidor se va a portar de manera ejemplar en todos los casos. Así pues, se considerarán negligibles los supermercados que conservan botellas a 26ºC con luz directa, los bares que tienen barriles en la terraza aguantando las inclemencias del tiempo día y noche, el camión de [inserte marca de cerveza aquí] aparcado a pleno sol en agosto, etcétera.
Bueno, al lío.
Para que un producto sea de calidad, debe (porque lo digo yo, porque decir es gratis) sustentarse en estos cuatro factores:
La importancia de la Estabilidad en la calidad de la cerveza
Un producto que es bueno pero no lo es cada vez, no es un ‘buen producto’. A lo mejor son distintos ‘buenos productos’ bajo un mismo nombre, pero no es lo mismo. Tenemos que partir de un hecho objetivo y observable, y es que las personas retenemos mucho más las malas experiencias de compra que las buenas. En muchas ferias de antaño (porque esto ya no pasa… porque ya no pasa, ¿no?) probamos muchas cervezas malas, que se tenían que vender porque en caso contrario no salían los números, pero los comentarios generales siempre iban en una dirección: pan para hoy, hambre para mañana. Al público le cuesta mucho repetir cuando un elaborador falla, y esto es así aunque anteriormente haya probado alguna referencia buena. Así pues, la cerveza (o cualquier otro producto de consumo) se tiene que repetir de la misma manera lote tras lote. Y, cuidado, que esto va más allá de la buena técnica (véase la segunda pata), puede ser una cuestión del gusto del consumidor. Si un cliente encuentra muy buena una cerveza por una serie de características (por la agresividad del lúpulo, por su maltosidad…) se puede “enfadar” si en lotes posteriores, técnicamente perfectos, estas variables que tanto le han gustado cambian (y conste que no miro a nadie, ¿eh BrewDog?). El cliente que quiere sorpresas cambia de marca, el que repite quiere lo que le gustó en primera instancia. Espera, un momento… He nombrado a BewDog. ¿Alguien duda que su Punk IPA es una ‘cerveza de calidad’? Pero si se meó (a chorro gordo, tras comer espárragos) en esta primera pata de la teoría que es la ‘Estabilidad’, ¿no? Bueno, yo personalmente creo que en casos como el de Punk IPA estamos hablando de dos cervezas de calidad distintas bajo el mismo nombre. No es una cerveza que fuese irregular per sé, simplemente cambió de receta y, por supuesto de target. La buena técnica la mantuvo, cosa que nos lleva a la segunda pata.
La importancia de la Técnica en la calidad de la cerveza
En cada arte se valoran una serie de hechos muy distintos. En el que nos ocupa, que es el arte de hacer buena cerveza, podemos enumerar unos cuantos. Para resumir, soltaré que estos hechos suelen definirse en guías de estilos, y no suele depender de qué guía usemos para que sean válidos. La definición de buena técnica cervecera convive de manera etérea e implícita en la guía BJCP, la guía de la BA y cualquier otra guía con cierta solera. Podemos identificar defectos absolutos (cervezas podridas, cervezas con sabor a óxido de hierro, pils con aromas intensos de pedo choricero, etcétera) y otros más difusos que suelen tener que ver con la cantidad de aromáticos (exceso de diacetilo, falta de carácter de lúpulos frutales, falta de ésteres de plátano…). El ajuste a estilo creo que es importante para catalogar la cerveza, para que el cliente sepa qué va a encontrar y para unificar criterios en concursos, pero no a la hora de valorar su calidad (salvo absurdeces flagrantes como una Belgian Blonde de color negro y sabor a chocolate, que sería básicamente un engaño). Por estos motivos, no será difícil calificar una cerveza de técnicamente buena cuando carezca de defectos absolutos, apartando un poco la mirada cuando hablamos de matices más subjetivos. Para poner un ejemplo: todo el mundo está de acuerdo que una persona de 6 años no es adolescente. De la misma manera, tenemos claro que una de 80 tampoco lo es. ¿Pero una de 11 o 12? Podemos tener dudas. Por este motivo es interesante centrarse en lo que es evidente, y dejar el matiz en un discreto segundo plano que no interfiera.
La importancia de la relación Calidad-Precio (Valor añadido/Precio) en la calidad de la cerveza
El valor añadido en principio se puede definir con la frase “qué me das por mi dinero que los demás no me dan”. Parece ajeno a la calidad, porque esto depende en buena medida de lo que uno espere. Existe una “bastardización” del valor fruto del hype y las expectativas, pero si nos ponemos a pensar, la calidad tiende a empoderar el producto. Dicho de otra manera, algo bien hecho y deseable (léase valioso) suele poderse vender más caro. Si de manera abstracta pensamos en “cervezas de calidad”, las primeras que nos vengan a la cabeza, en todas ellas indudablemente habrá alguna característica destacable que nos habrá activado nuestras sinapsis mentales. Me planteo si una cerveza industrial excelentemente insulsa puede ser de calidad si no ofrece casi nada de valor añadido. ¿Casi nada? Más allá de la estabilidad ofrece bebistiblidad, aversión al riesgo y una absoluta falta de ganas de ofender, que para algunas personas no es poca cosa. Y todo esto, claro está, a un coste que podemos situar en la parte baja de la gráfica. ¿Y qué más da el precio como cifra? Da absolutamente igual, si no lo comparamos con todo esto que hemos nombrado.. Si nuestro producto no está en un buen rango, vamos a perder clientela, vamos a desaparecer.
La importancia de las Capacidades del sujeto en la calidad de la cerveza
No nos podemos olvidar de la “responsabilidad” que tiene el comprador a la hora de valorar un producto. En este punto podemos englobar toda una serie de factores: la cultura del comprador, su experiencia, su percepción, etcétera. En la música es muy evidente: una persona que no esté acostumbrada y que no haya disfrutado de mucha música es difícil que valore adecuadamente la Gran Fuga de Beethoven. Para el profano, es un amalgama de sonidos disonantes y casi aleatorios; no goza de la capacidad de apreciar una obra que, para los entendidos, tiene un valor musical incuestionable. El sesgo sobre la calidad de un producto está fuertemente impactado por una cuestión de gusto y de experiencia.
No nos podemos olvidar de la “responsabilidad” que tiene el comprador a la hora de valorar un producto.
El sesgo sobre la calidad de un producto está fuertemente impactado por una cuestión de gusto y de experiencia.
Por eso, esta pata, la de las capacidades del sujeto, es un dedo más corta que las otras tres, y provoca que la silla constantemente esté bailando. No es descartable que un buen analista de sillas (si es que esto existe) opte por arrancar esta pata y transformar el artefacto en taburete. He estado dándole vueltas a la cuestión de si la calidad de un producto es 100% objetiva y he “querido” decidir que no. Creo que lo subjetivo juega un contrapunto interesante. Podríamos meter por aquí la cultura, la sociedad, nuestra coyuntura… La calidad de hoy no tiene por qué ser la calidad del mañana, aunque tengo la percepción que la calidad en muchos casos trasciende. La calidad parece ser duradera.
En fin, creo que no he arrojado nada de luz a la pregunta sobre qué es la calidad. Lo único que me queda claro es que es un tema sin una verdad absoluta. Habrá que seguir dando vueltas al asunto, en una noria de temas irresolubles. Mira, por ahí viene el tema de “qué es el craft.” Ni tan siquiera un ensayo de Peter Brown ha logrado frenarlo.
Marc Roig Casanovas Soy aficionado a la cerveza desde 2004, cuando probé mi primera Hoegaarden. Luego vinieron mi primera Rochefort 8, mi primera Cuvée Delphine, mi primera Cantillon Kriek, mi primera Pura Pale, mi primera Green Madness y mi primera Urquell de tanque. Así pues, en la rueda de hamster de todo cervecero que se precie estoy en el punto del retorno a las lagers, ya limpio del pecado original de considerarlas aburridas e insulsas. Por mi suerte y mi desgracia, también me gustan todos los demás estilos. Me saqué el título de juez cervecero leyendo libros de cerveza mientras bebía multitud de marcas y variedades. Me sigue pareciendo una doble actividad casi insuperable y un motivo más que suficiente para haberlo hecho. Este y también poder achinar los ojos y escrutar al que te dice en las ferias «no se ha contaminado, es una Flemish Red IPA«.
Attack the Sadness!! es la secuela de un proyecto que duró varios años y ediciones llamado Attack the Krab!!, una cerveza solidaria que recaudaba fondos para financiar la investigación del cáncer. La última edición de Attack the Krab!! se agotaba justo cuando un puto coronavirus le pasaba la mano por la cara a nuestro modelo relacional y ponía contra las cuerdas nuestro sistema económico.
Con la que lio la Covid: la economía paralizada, la población confinada en casa, el miedo al prójimo, los ancianos muriendo a decenas, la falta de recursos, la incertidumbre, la desinformación… con todos los recursos sociales, científicos, médicos y gubernamentales aunados combatiendo contra el virus y Miguel Bosé, nos parecía casi escatológico tratar de vender cerveza artesana para combatir el cáncer. No, no parecía oportuno. Sonaba raro. Todo era ‘coronavirus, coronavirus, coronavirus, coronavirus…’, el resto de enfermedades ya no existían. Por otro lado, Attack the Krab!! no solo no era rentable, sino que era un proyecto estresante y agotador para una distribuidora de nuestras dimensiones, porque consistía en vender muchos litros de una misma cerveza elaborada expresamente para ello, en colaboración con una cervecera*, en un mercado que solo quiere novedades. Todo eso me había ido desinflando.
El caso es que la pandemia y sus efectos en la población pusieron el foco sobre otra salud: la mental, de la cual no se habla nunca porque está rodeada de tabúes y prejuicios y mitos. Y sentí de nuevo la necesidad de hacer algo, quizá como el clavo al que agarrarme para intentar ilusionarme con algo. Mi propio diagnóstico de esa enfermedad sin sintomatología visible que te deja sin ilusión también tuvo mucho que ver en todo esto. Pretendía hacer de mi redención mi salvación. Y, claro, yo sólo sé vender cerveza, así que ¿qué otra cosa iba a hacer? Bueno, también sé hacer huevos fritos con jamón y cambiar un enchufe, pero no le veo la utilidad en este caso, así que decidí volver a vender cerveza.
Tenía claro que no quería volver a verme sentada sobre 1.000 litros de cerveza embotellada con fecha de caducidad frente a un mercado que desecha las birras tras beberls una sola vez.
Para la primera Attack the Sadness!!, que salió en febrero o marzo, no recuerdo, apliqué otra fórmula: fui comprando a demanda, o sea, al ritmo al que se agotaba, parte de un lote de cerveza que ya circula en el mercado y que etiqueté con un diseño de mi amiga Dintel. Menos riesgo, así, pues, menos presión.
Entonces, un día recibo un correo de una tal Lourdes (????) en el que me propone rodar un documental sobre las mujeres cerveceras (!!!!!!!!), una especie de Road Movie. Esa tal Lourdes resultó ser Lourdes Picareta, una directora y guionista súper prestigiosa y experimentada de ARTE TV.
Dije que sí, que claro, que por supuesto, que por descontado, que cómo no, que encantada, que SÍIIIIIII!!!
El documental, que fue metamorfoseándose y evolucionando con los días y los kilómetros y las charlas, me daba la oportunidad de poner a prueba muchos aspectos de mí misma, como las habilidades sociales, que no me sobran, y mi desinhibición ante la cámara, pero también me obligaba tratar de darle forma definitiva a un tema que hace tiempo que rondo: la mujeres en el sector de la cerveza craft.
El rodaje también me daba la oportunidad de visitar la casa de las chicas de Bailandera. Y entonces se me encendió la bombilla… ¿Y si hacemos expresamente una Attack the Sadness!! para el documental??? Sería una buenísima promoción para la birra, para Bailandera y, además, para el reportaje sería un plus mostrar cómo se trabaja ‘de verdad’ en una fábrica de cerveza artesana.
Cuando les propuse elaborar una Attack the Sadness!!, las ccinco (Lourdes y Bailanderateam) dijeron que guay!!!
Sí, en Bailandera son todo mujeres, pero no es una causa ni lo usan como claim. Y es que esto no va de feminismo ni machismo ni de sororidad ni de discriminación; es casualidad, se ha dado así.
“Si un día un hombre se interesa por entrar en la cooperativa y se dan las condiciones adecuadas, pues entrará”.
A algunas de las integrantes de Bailandera las conocía ya… Con Clara había coincidido en uno de esos eventos capciosos cultural organizados por ‘una de las grandes’ para aparentar que promueven la cultura cervecera. A Ana la conocía, sin yo saberlo, de una de las catas virtuales organizadas con Edgar. Sobre Bailandera sabía algo de lo que tenían montado allí, en la Sierra Norte de Madrid, en Bustarviejo… un pueblo, por cierto, donde los indicadores de la carretera desaparecen al aproximarse ‘extranjeros’ y los GPS enloquecen y te meten con el coche por terraplenes, barrancos, despeñaderos, etc, etc… y entonces empiezas a pensar que a la gente de Bustarviejo no les gustan las visitas.
Sabía que a Bailandera les iba el rollo ecológico, rastas, cooperativista, agitación de conciencia, indie, contracultura, militancia, compromiso social, anticapitalismo, cortes de pelo asimétricos… todas esas cosas que cuando se dan juntas y en exceso, suelen ser de paripé y mercadotecnia, y que en este caso se dan en su justa medida porque es de verdad.
Ahora que he estado tras las bambalinas de Bailandera, puedo decir que es más que una pequeña fábrica de cervezas. Bailandera es la concreción ideológica de un grupo de chicas muy diferentes entre sí pero con muchas cosas en común, como la pasión por la cerveza artesana, la capacidad del trabajo duro, el idealismo pragmático, el valor y las ganas de realizarse.
Además:
Todas se exiliaron de la ‘gran ciudad’ buscando el medio rural.
Todas se sentían ahogadas en proyectos de vida que habían dejado de ser vitales.
Todas buscaban un proyecto que les apasionara.
Todas tenían claro que su vida laboral no podía impedirles desarrollar su vida privada, eso que ahora se llama ‘conciliar’ y que nos robaron cuando nos impusieron ídolos paganos como ‘la empresa’, ‘el éxito social’…
Todas querían una forma de relación laboral distinta a la habitual, de igualdad y horizontalidad.
Nos importa DÓNDE LO HACEMOS, porque queremos habitar el espacio que vivimos, el pueblo de Bustarviejo en la Sierra Norte de Madrid, por lo que allí está nuestro sitio.
Ana Lázaro: “Yo vengo del mundo audiovisual, en Madrid. Con la crisis, mi trabajó se prostituyó más y solo hacía cosas que no me interesaban y además mal pagadas. Entonces, me llegó el parón de la maternidad y lo aproveché para replantearme mi vida. Además, había venido a vivir a la sierra, a unos 70kms de Madrid, y tenía claro dónde quería estar.”
Ana y Clara son amigas desde hace muchos años. Clara se había ido a vivir a Bustarviejo tras la estela de Ana y también había sido madre. Clara ha estudiado arquitectura y, pese a que se siente afortunada porque casi se dedicó en exclusiva a proyectos de restauración, algo que le apasiona, estaba también en plena ‘crisis existencial’, decidiendo cómo quería que fuera su vida en adelante. Ana y Clara, cercanas al movimiento do it yourself, hacían cerveza casera para autoconsumo y les apasionaba, así que decidieron intentarlo con la cerveza artesana y se embarcaron en la aventura Bailandera.
Con el tiempo llegaron las otras dos componentes del cuarteto Bailandera.
«Algunas veces nos preguntan si tenemos a un hombre contratado para hacer la cerveza, entonces, nosotras sacamos este cuadrito, que lo llevamos a todas las ferias.»
Carmen Cuéllar, 40 primaveraveranosotroñosinviernos, “desde hace 5 me dedico a la cerveza artesanal. Antes trabajaba en consultorías de empresas y cambié mi vida para poder vivir en el medio rural, y para trabajar dentro de un modelo cooperativo en algo que me apasiona: la cerveza artesana.”
Beatriz Pérez, 43 años, llegó a la cerveza artesana de manera fortuita. Ella había decidido cambiar el rumbo de su vida pero no sabía hacia dónde dirigirla, Beatriz huía de la ciudad, “así que tenía claro que quería desarrollarme en el medio rural, y también que quería cooperativismo” pero no sabía a qué dedicarme, hasta que “una IPA me cautivó, no sabía lo que estaba tomando, y ahí se fusionaron las dos cosas: mi intención de un proyecto con otras formas de relación laboral y la pasión por la cerveza artesana”.
Durante las horas, birras, cenas, comidas, algunas por encargo y otras en el restaurante de Bailandera, en la plaza más bonita del pueblo… que duró el rodaje, hablamos mucho ante la cámara pero mucho más detrás. A mí me fascinaba que no surgieran conflictos, que no se dieran roces. Cuando no hay una jerarquía y todos tienen voz y voto, es fácil que se llegue al bloqueo, al colapso. Indagué sobre ello.
Nos importa CÓMO LO HACEMOS, de manera horizontal, desde una cooperativa formada por cuatro mujeres en la que todas somos iguales. Aunque no hagamos lo mismo, valemos lo mismo y cobramos lo mismo.
Ana me explicó que funcionan como una ‘dictadura rotativa’. Es decir, cada trimestre una de ellas toma las riendas y reparte tareas y horarios. -¿Y no hay problemas? -No, somos amigas, todas conocemos las circunstancias del resto del equipo y pautamos de la forma que sea más beneficioso para todas. Es más, lo habitual es que quien en ese momento toma las decisiones, se quede los peores horarios y las tareas más duras.
Los pelos como escarpias.
Clara, de Bailandera, con el cuadro que llevan a las ferias ‘Somos MaestrAs CervecerAs.’
Una de las cosas que más admiro de Bailandera es que no se han dejado arrastrar por las corrientes del mercado craft. Son conscientes de sus limitaciones técnicas y no intentan abarcar lo que no pueden apretar. Saben que sus cervezas no pueden competir en las estanterías friquis, también saben que sus cervezas no pueden viajar muy lejos… y han adecuado su porfolio a sus circunstancias.
Elaboran Pale Ale, cerveza de trigo suave, alguna saison, una IPA… todo sin extremismos, porque su público no los quiere.
Elaboran cervezas ‘bebestibles’, para todos los públicos, ‘comprensibles’ y económicas, perfectas para servir en su bar, en una preciosa plaza llamada de la Constitución. El local es más bien pequeño y no destaca por nada, pero su jardín, abierto durante el buen tiempo, es sencillamente ESPECTACULAR. La oferta gastronómica del restaurante sigue la misma filosofía de sus cervezas: sostenibilidad, interacción con el entorno, productos de calidad, frescos y de proximidad.
Bailandera es la empresa más pretenciosa que ha conocido jamás. Sus aspiraciones son muuuuuuuuuuy ambiciosas, indecentemente ambiciosas, antisistémicamente ambiciosas. Bailandera pretende que sus integrantes: – se sientan realizadas – en un proyecto que les apasiona, – subsistir – y, para colmo, hacer todo esto acompañadas de amigos.
Sus objetivos a corto, a medio y a largo plazo son: Que Bailandera se consolide y se estabilice al fin, mejorar sus instalaciones para trabajar con más seguridad y confianza, y para poder a elaborar muchas cervezas diferentes, muy buenas, experimentar… También aspiran a seguir siendo un actor importante en la divulgación de la cultura cervecera en este país. Pero Bailandera va mucho más allá y ambiciona también ser un referente de cooperativismo y de los proyectos autogestionados, un modelo de una estructura empresarial que permita otros tipos de relaciones laborales.
Y, bueno, volviendo a Attack the Sadness!!, el caso es que les propuse hacer la cerveza y casi antes de que acabara de decir la frase, ya me habían dicho que SÍ.
Attack the Sadness!!
La cerveza que recauda fondos para ayudar a quienes padecen depresión.
impliK2 & Bailandera Attack the Sadness!! se trata de una saison con canela y piel de naranja, de 4,5%Alc/Vol, una cerveza muy bebible, bastante seca, sabrosa pero ligera, y muy para todos los públicos. La etiqueta es una aportación de nuestro amigo Kamon, que ya ha participado anteriormente en otras cervezas solidarias de impliK2.
Bailandera & impliK2 – Attack the Sadness!!
Saison con canela de Ceylán y cáscara de naranja, 4,5% Alc./Vol.
Por supuesto, contamos con la súper colaboración, de Edgar Rodríguez, de El Racó d’en Cesc. Desde ya, os doy las gracias a todos los que, de una u otra forma, nos apoyáis en estos proyectos, ya sea comprando un par de botellas, ya sea hablando de ellos, compartiéndolos en redes… etc, etc, etc.
El mérito de Bailandera & impliK2 – Attack the Sadness!! es exclusivamente de Bailandera. El que esté tan buena como está y a que haya llegado puntual, se debe única y exclusivamente a que estas 4 mujeres, además de apasionadas de la birra y de la vida, son unas pedazo de profesionales.
Los beneficios obtenidos de la venta de esta birra, tanto por parte de Bailandera como de 2D2Dspuma, se destinarán íntegramente a: Salut Mental Catalunya www.salutmental.org (Esta información no consta en la etiqueta por acuerdo entre Salut Mental Catalunya y Attack the Sadness!! porquenos exigían revisar y aprobar el diseño y nos pondrían límites y vetos, lo cual nos parece absolutamente lógico, pero nosotros queremos ser libres para gamberrear cuando nos plazca.)
* Las cerveceras qeu colaboraron con Attack the Krab!! fueron: Santa Pau Ales, El Oso y el Cuervo, Sevebrau, y Cervezas Althaia. Desde aquí mi reconocimiento y mi gratitud.
Me pide Susana que escriba sobre la calidad de la cerveza o, mejor dicho, sobre qué es para mí la calidad en la cerveza. Gracias, Susana, por pensar que yo tengo algo que aportar en ese sentido.
No siendo productora de cerveza, mi opinión va a ser mucho menos técnica que la de otros y otras profesionales que han arrojado luz sobre este tema tan controvertido. Digo controvertido porque, seamos sinceros, a ningún cervecero le gusta oír que su cerveza es mala ¿verdad? Así que empecemos por nombrar algo que hace mucha mucha mucha falta a la hora de hablar de cerveza de calidad: LA HUMILDAD. Humildad para entender que no todo lo que se hace con gran voluntad, ni todo lo que se hace con excelente materia prima, ni todo lo que se hace con medios modestos tiene por qué ser siempre bueno, aunque, sin duda, si se reúnen ciertos requisitos, el “guiso” tiene muchas papeletas para ser un gran producto. Pero asociar ya de entrada el término calidad al mérito que supone parir una cerveza artesana… pues me temo que no todos los niños que nacen son guapos (excepto para sus padres). Yo he observado diferentes fases dentro del mundo de la cerveza en España, siempre desde mi posición en la barrera. Mi opinión está basada en lo que he vivido en mi trabajo desde hace más de veinte años y en la documentación más antigua que tengo a mi alcance. Y también en lo que vivo como consumidora. Me consta que los primeros maestros cerveceros en España (no hablo de maestras cerveceras porque en los años sesenta la representación femenina casi brillaba por su ausencia) también ejecutaban sus recetas, a mano, en base a su sabiduría y su gusto y se cocinaba como ahora otros nuevos cerveceros cocinan, en pequeñas fábricas. Más adelante, el técnico cervecero, frente a la superioridad de las máquinas responsables de una producción estandarizada, demandada por el mercado, dejó paso durante bastantes años a los nuevos reyes de la “calidad” de la cerveza: el personal de Marketing y sus campañas basadas en algo que poco tiene que ver con la cerveza. Hubo un tiempo en que el éxito de un producto la marcaba un pato que hablaba… Pero gracias a la nueva revolución cervecera en España de hace menos de diez años (con contadas excepciones de profesionales más veteranos), surgen nuevas recetas, nuevos maestros, nuevas maestras, nuevas materias primas, nuevas referencias, nuevos debates… se comienzan a desarrollar tantas recetas, tantos estilos, tanto de tanto, que ya no se sabe qué es bueno, qué es malo, qué es regulero…. Un producto que se basa en algo tan subjetivo como es el gusto, el olor, el tacto, la vista y las ganas, no puede denominarse bueno o malo sin más, solo ateniéndose a los parámetros de calidad técnicos. Para conseguir esa calidad, hay que meter en la coctelera una buena dosis de CONOCIMIENTO y FORMACIÓN, siguiendo con la EXPERIENCIA necesaria en toda profesión. Aderezamos con la PERSONALIDAD que se necesita para la impronta del producto. No olvidemos contar con el atributo que destaqué al principio: HUMILDAD para reconocer cómo mejorar y no pensar que está todo ya aprendido. Y, por supuesto, la PROFESIONALIDAD que requiere un producto destinado al consumo y al disfrute y, digo yo, a la rentabilidad de quien lo fabrica. Las varas para medir la calidad, por parte de expertos en la materia, podrían ser el EQUILIBRIO necesario para que el producto no chirríe, la ORIGINALIDAD necesaria para que destaque sobre otro y la ESTABILIDAD para que no sea una mera casualidad.
Lola Jarandilla
Responsable de Gestión y Administración Asociación Española de Técnicos de Cerveza y Malta (AETCM) AETCM-LAB Revista “Cerveza y Malta” Escuela Superior de Cerveza y Malta (ESCYM)
Y si hablamos de calidad, no olvidemos que la cerveza es un producto destinado al consumidor y que para apreciar la calidad de cualquier producto, el consumidor tiene que tener experiencia en ese producto. ¿De verdad pensáis que alguien es realmente experto en el mercado actual de la cerveza denominada artesana? ¡Pero si estamos en pañales! Todas estas reflexiones en voz alta me llevan a pensar que el término calidad es profundamente íntimo y personal, con una analogía profunda con el séptimo arte: yo, en mi adolescencia, veía las pelis de Darío Argento con una litrona de algo infumable en la mano y me parecía que era lo mejor del mundo. Sin embargo ahora, ya mucho menos adolescente, pongo cara de póker si no veo la peli en versión original o desarrollo instintos asesinos si alguien dice aquello de “pero es que esto no es cerveza” cuando su cerebro alienado prueba una cerveza artesana que yo estimo “de calidad”.
Así que termino, aunque el tema da como para escribir un libro (Susana, anímate), con una sencilla deducción: que en el mundo cervecero hay mucho por aprender y que la calidad la puede también regir, por qué no, esa sonrisa que pones al entrecerrar los ojos y disfrutar de lo que te estás tomando.
Sobre mí:
Llevo desde 2001 trabajando en el mundo cervecero, participando en diferentes áreas, aunque confieso que no comencé a beber cerveza asiduamente hasta que comenzaron a proliferar en España (por parte de todo tipo de cerveceras, artesanas y no tanto) una serie de estilos que cuadraban más con mi gusto personal y con mi faceta de desarrolladora de recetas y maridajes con cerveza. Soy firme defensora de que la cerveza artesana debería salir de la “marginalidad” de producto de culto, para que todo tipo de hostelería, y no solo los establecimientos especializados, la incluyesen en su carta como un valor añadido, formando profesionales que puedan aconsejar con qué combinar o qué estilo aconsejar según los gustos del consumidor. Esa es la gran asignatura pendiente (y difícil de resolver, lo sé).
Domingo. Calçotada: Amigos, birras, sol (muchas pecas) y calçots. Bueno, y calamares en salsa americana, queso cortadito en tacos, coctel de encurtidos (qué nombre más in para un montón de aceitunas mezcladas y pepinillos y cebolletas), patatas al caliu, alcachofas, calabacín, pimiento… Y de postre, brazos de gitano de varios sabores, café…
Ellos ponían los calçots, yo las birras.
Los amigos mariposeando por los alrededores de la nevera playera con el abridor en la mano.
-A ver qué cervezas nos has traído hoy…
-A ver qué cervezas nos has traído hoy… -A ver qué cervezas nos has traído hoy… -A ver qué cervezas nos has traído hoy… -¡Ya veréis qué buenas!
-A mí me gustan esas que tienen sabor a…. a…
¿?
-Sí, hombre, que llevan una cosa que se llama…
…
-¿Con frutas y eso?
-No, no… eso que llevan que tiene un sabor como…como a… sí, como si fuera marihuana…
-¡Ah, lúpulo!, lo que te gusta es el sabor a lúpulo…
En ese momento saco una Domus Aurea* de la nevera playera y la pongo encima de la mesa.
Mi amiga se queda muy seria. Mira la etiqueta fijamente. Me mira a mí. Vuelve a mirar la etiqueta.
-Yo no quiero. Y los músculos de su cara poco a poco construyen un asco profundo.
-¿Qué pasa? –le pregunto.
-Nada, pero de esa no quiero.
-Pero, ¿por qué?
…
…
-Si te gustó mucho la otra vez que la bebiste –insisto yo.
-¿Domus Aurea? ¿Eso no es lo del pis?
Yo esa cerveza no la quiero.
…
…
…
-No, mujer, eso es la urea.
-Ah, vale, entonces sí quiero.
*Durante un tiempo, la Domus Aurea fue un referente de las cervezas IPA, con un aromazo y saborazo a lúpulo rico que echaba patrás.
-¿Tienes una cerveza que se llama Kriek? 2D-¿Kriek…? ¿De nombre Kriek? -Kriek o Krier o algo parecido. 2D-¿De fruta? -De frambuesa, sí. Ah… comprendo y sonrío. En el fondo no soy tan desagradable y hoy tengo un buen día. 2D-Sería de cereza, mujer…
Lindemans Kriekboise
-No, de frambuesa. … Vale. 2D-Kriek es flamenco y viene de Schaarbeekse krieken, que es el tipo de cereza con el que se hace esta cerveza y… -¿Flamenca? Pero si era belga… 2D-Ya, ya… pero… pero… ¿Pero qué? ¿Qué le explico ahora? ¿Que flamenco, además de un baile y un pájaro rosa muy grande, es un idioma? -Bueno, ¿la tienes o no? Se impacientas, tiene sed. 2D-No, no tengo ninguna cerveza que se llame Kriek. Tengo Kriek pero son de las casas Mort Subite y Lindemans. -¿Y son de frambuesa? 2D-Pues no, son de cereza. -¿Y por qué se llaman igual que las de frambuesa? Nunca te planteas que puedes estar equivocada, ¿verdad? 2D-A ver… como te decía antes, kriek significa cereza en… en… Bélgica. Si pone Kriek, es que es de cereza… Independientemente de la marca. ¿Ves? Yo tengo esta Kriek de la casa Mort Subite y esta Kriek de la casa Lindemans. -¡¡Es esa, es esa!! Ajá. Una Lindemans Kriek, o sea, de cereza. -¿Y es de frambuesa también? … … 2D-No. No es de frambuesa. Es de cereza. -¿Y tienes de frambuesa? Voy a la nevera a por una Lindemans Framboise, o sea, de frambuesa y se las enseño. 2D-Sí, pero no pone Kriek, pone Framboise. ¿Lo ves? -Ah, sí… ¡Qué gracia! Uy, sí, graciosíiisimo… Aunque sería más gracioso si pusiera chistorra… Como no creo que pillaras el chistorro, me lo callo. -¿Y de qué sabores tienes? 2D-De frambuesa, de cereza, de melocotón… y también de banana y de coco, pero son de otras marcas y son un poco diferentes. Y en ninguna pone Kriek, salvo en la de cereza. -¡Ahí va! ¡Cuántos sabores… ! ¿Y cuál es la mejor? 2D-Pues eso depende de tu gusto. Todas son buenas. ¡Aquí sólo tenemos cervezas buenas! Uf, un tópico, palabras hueras… -¿Pues cuál te gusta más a ti? 2D-A mí no me gusta mucho la cerveza con frutas, pero la verdad es que la de coco está especialmente buena, y eso que el coco no me apasiona… -¡Uy, no, coco no…! 2D-¿No te gusta el coco? -Sí, el coco me encanta. 2D-¿Y entonces? -No sé… -¿Y la de melocotón? ¿Qué tal está? 2D-Pues buena si te gusta el melocotón. -No mucho, la verdad. 2D-La de coco está muy buena, en serio. ¿Por qué no la quieres? Si has dicho que el coco te encanta… -No sé… 2D-Ya verás qué rica está. Confía en mí. Parece que ya tengo esto encarrilado. … y la Chapeau de coco está buenísima, en serio. Me voy hacia la nevera, a por la cerveza de coco y la copa y… -Hum… espera, espera, me lo he pensado, ponme una Estrella y una bolsa de patatas… Porque ¿tienes Estrella, verdad? O es una encuesta o una cámara oculta.
—-> Pues igual no pasó así exactamente pero… ¿qué importa?
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Berliner Weisse, un estilo que estuvo a punto de desaparecer y que casi se han puesto de moda.
¿Qué son las Berliner Weisse?
La Berliner Weiss es una especialidad regional de Berlín que se engloba dentro de las cervezas sour, que significa ‘ácidas’. Son cervezas muy peculiares que, te gustan mucho o no te gustan nada pero no te dejan indiferente, y que resultan extremadamente refrescantes.
Se clasifican dentro de las cervezas de trigo, porque llevan una gran proporción de este cereal, sin embargo, aunque también son cervezas tradicionales alemanas, no tienen nada que ver con las típicas cervezas de trigo tan apreciadas en Baviera, las Hefe Weissbier.
Las Berliner Weisse son conocidas como ‘el Champagne del Norte’ por su perfil fino y carbónico.
El estilo Berliner Weiss estuvo a punto de perderse. De hecho, en la actualidad solo quedan dos cerveceras tradicionales que la elaboren, sin embargo, la revolución craftbeer la ha puesto de moda y en la actualidad no hay cervecera que no elabore la suya.
Seguro que ya te pica la curiosidad… Vamos a hablar del perfil sensorial de las Berliner Weisse,
La Berliner Weiss es una cerveza muy pálida, ácida, refrescante y de bajo contenido alcohólico, pero vamos a analizar un poco más profundamente este estilo.
¿Cómo son las Berliner Weisse?
Las cualidades organolépticas
ASPECTO: La Berliner Weisse tradicional es una pálida, muy pálida, de un color amarillo pajizo. Muchas veces tiene cierta turbidez, en parte por la presencia del trigo. Tiene una carbonatación viva y forma una abundante espuma blanca, esponjosa, que dura poco.
AROMA: El aroma de las Berliner Weiss recuerda a alimentos ácidos como frutas cítricas.
SABOR: En la boca domina la acidez pero no es demasiado intensa. La acidez de las Berliner Weisse se parece bastante a la del yogurt, luego te explicamos por qué, y no se parece en nada a la otra gran familia de cervezas ácidas, las de fermentación espontánea. Tiene notas cítricas, florales y algo de pan blanco. El amargor y el sabor del lúpulo son muy bajos.
SENSACIÓN EN BOCA E IMPRESIONES GENERALES: Es una cerveza muy refrescante, porque es muy ligera, es decir, tiene poco cuerpo, y seca. Tienen un contenido alcohólico relativamente bajo, que oscila entre el 2,0% y el 5,0% y suelen tomarse muy frías.
Cervezas muy pálidas, con abundante y gruesa burbuja, y con espuma abundante que dura poco.
¿Por qué las Berliner Weisse son verdes y rojas?
Se puede tomar sola pero es tradicional añadirle un chorrito de mit Schuss, jarabe de aspérula, lo cual la vuelve de color verde, o un chorrito de jarabe de frambuesa, que la vuelve roja.
Las Berliner Weisse se sirven en unas copas con forma de cáliz, muy típicas.
¿Por qué las Berliner Weisse son ácidas?
Las Berliner Weiss contienen entre un 50 y un 65% de malta de trigo y malta pils y lúpulos nobles en muy poca cantidad.
Las Berliner Weisse se fermenta con una combinación de levadura ale y de bacterias de ácido láctico, Lactobacillus Delbruckii, y es la actividad de este microorganismo la que le proporciona esta acidez. Recuerda que a los lactobacilos les debemos el yogurt, y que el yogurt es un poco ácido (por eso se le echa azúcar) porque transforma el azúcar de la leche en ácido láctico. Pues algunas cepas específicas de Lactobacillus son capaces de transformar el azúcar en ácido láctico y alcohol, y estas con las que se emplean en la elaboración de este estilo tan particular.
En el Diccionario de la RAE, CALIDAD aparece como una palabra polisémica con numerosas definiciones, pero vamos a quedarnos solo con las tres primeras acepciones, las más relacionadas con el tema propuesto, la cerveza:
1. f. Propiedad o conjunto de propiedades inherentes a algo, que permiten juzgar su valor. Esta tela es de buena calidad.
2. f. Buena calidad, superioridad o excelencia. La calidad de ese aceite ha conquistado los mercados.
3. f. Adecuación de un producto o servicio a las características especificadas. Control de la calidad de un producto.
Por lo que, ateniéndonos a su uso más frecuente en castellano, podríamos aplicarlo a la cerveza de las siguientes maneras:
Que las propiedades inherentes a la misma (aromas, sabores, apariencia o gusto, por ejemplo, con origen en sus ingredientes como malta, lúpulos, levaduras…) permitiesen juzgarla de manera positiva. Una cerveza que cumpliese que sus parámetros organolépticos pasara una prueba de juicio, sería una de calidad. Léase, una que cumpla los criterios de un concurso como el European Beer Star o los de una guía como la BJCP.
Rodrigo Valdezate de El Jardín del Lúpulo.
O bien, que su calidad (¿¡no se supone que no se debe usar la palabra definida en la definición!?) da superioridad o excelencia frente a otras. Buscando “excelencia” veo que es algo que hace digna de singular aprecio y estimación a una cosa. Así que una cerveza que te guste singularmente, que esté muy buena, también puede ser de calidad. No necesariamente ha de cumplir el primer punto para aplicar este significado.
Y por último, que las características estén adecuadas a lo especificado. Esto podría entenderse en la línea del primer punto… o en que los ingredientes, procesos y resultados estén controlados y no haya errores o fallos en los mismos, que va más en la línea del ejemplo propuesto por la Academia, de “Control de la calidad de un producto”. Puede ser mediocre, pero si está diseñado para ser mediocre y acaba como sus características especificaban exactamente, su calidad es innegable.
Así que juntando un poco todos… podríamos decir que una cerveza es de calidad cuando viene sin alteraciones o fallos, siendo estable y constante en sus características (esto lo aplicaría sobre todo a entre lotes y durante su vida útil, primando la tercera acepción)… siendo además de propiedad inherentes positivas y valorables… y teniendo un nosequé que queseyó que haga que destaque sobre las demás. ¡Esa sí que sería una cerveza de la más alta calidad (al cubo)!
Sobre mí:
Me llamo Rodrigo Valdezate, soy uno de los miembros fundadores de la web especializada en cerveza El Jardín del Lúpulo (2011). Me empecé a interesar por la cerveza en un viaje a Bélgica, durante le que descubrí que existían muchos más tipos de cerveza de las que yo conocía en mi ciudad natal, Valladolid.
Desde entonces ha continuado bebiendo y aprendiendo, cada vez con más ganas y sed. Entre medias ha pertenecido a varias asociaciones cerveceras, trabajado en locales especializados y en distribución, colaborado con diversos medios e incluso sacado el Certified Beer Server del programa Cicerone, por tener un papel que demuestre que beber tanto es de algún provecho.
Sin pensarlo mucho y lanzado con mil millones de quintales de ironía, ¿vale??, como análisis sarcástico de la escena cervecera.
Hoy he probado 4 cervezas distintas que solo se diferenciaban en la etiqueta.
Hoy he probado 4 cervezas ‘distintas’ de un mismo proveedor, cuyo nombre no diré para que esto no se confunda con una crítica (de hecho, su trabajo me gusta mucho!!). Bueno, pues el caso es que, durante la cata y la charla, no sabía si ya estábamos con la siguiente o seguíamos con la anterior cerveza, ¿me explico? Un mínimo matiz al fondo del paladar, un ápice, una pizca, una chispa, un recuerdo, una miaja de, una reminiscencia a………….. melocotón, cítricos, guayaba, kaki, papaya, mango, pomelo, lichi, piña, azahar, maracuyá… Todas estaban ricas, eso sí.
No consigo distinguir una Hazy IPA de otra.
Nuestro compromiso (me refiero a vendedores, distribuidores, consumidores, prescriptores…) con todo el sector de las artes gráficas en general, desde los diseñadores hasta los impresores (o como cojones se les llame ahora), y también con los expertos en mercadotecnia y los social media, es conmovedor. Pudiendo beber buena birra a precios razonables, hemos elegido pagar un ‘impuesto’ para mantenerlos a todos. Somos así de solidarios con ellos. Es muy bonito, muy emotivo: cada semana bebemos la misma cerveza con distintos nombres.
Que no digo que el precio de la cerveza artesana se haya dispara(ta)do solo por esto, ¿eh? El (ab)uso del empleo de variedades y formatos de lúpulo ultracaros, por ejemplo, también tiene que ver. Y, por supuesto, la inversión en mejoras de los equipamientos tienen que repercutirse en el precio del producto.
Pero el caso es que ya no consumimos birra sino etiquetas, novedades y nombres (casi todos en inglés, of course). Coleccionamos experiencias:
¿Tú cuántas has untapeado ya?
¿Qué nivel tienes?
He sido el primero en chequearla, o como se diga…
¿Has probado la última de…?
La han envasado esta mañana.
Latas y latas de cervezas caras
Que a mí no me parece mal, ¿eh? Que nadie obliga a nadie a punta de pistola a comprar 8 birras nuevas cada semana, y que todo lo que ‘dinamice’ el sector a mí me beneficia y me motiva. Sin embargo, percibo ya cierto desencanto en el consumidor, cierto sentimiento de ‘me están tomando el pelo’. Y no es solo eso.
Percibo ya cierto desencanto en el consumidor, cierto sentimiento de ‘me están tomando el pelo’.
Si dejáramos de envasar la misma cerveza con distintos nombres y etiquetas, si nos alejáramos algo del modelo de consumo hype y del consumo de coleccionismo, bajarían todos los precios… (y además los intermediarios no nos volveríamos locos dando de alta y de baja productos del catálogo y de la web y estaríamos de mejor humor.)
Por otra parte, pienso que el sector necesita alcanzar ya una estabilidad, unos cimientos, una serenidad… que no pasa por ampliar el equipo de comercial para poder vender en 24horas la ´´ultima creación, porque si pasan 72 horas esa cerveza se devalúa porque ya no es ‘la nueva’.
¿Sabes la cantidad de género bueno y en perfecto estado que se queda aparcado en almacenes, devaluado porque ya no es rabiosa novedad? Pues todo eso también inflando los precios.
En realidad, he sido capciosa. Digo ‘la escena cervecera’ cuando en realidad me estoy refiriendo a un 0,1% de la escena cervecera total: Ni todo el mundo bebe cerveza artesana, ni todo aquel que bebe cerveza artesana es un friki, ni todo friki es un cazanovedades… pero es que aproximadamente la mitad de mi clientela está dentro de ese 0,1%. Y me provoca algo de malestar ver demasiadas cerveceras empeñadas en competir entre ellas regateando en un palmo cuadrado del campo, o sea, por un puñado de consumidores, cuando tienen el resto del campo libre.
Fermí Cueva, responsable de Cerveses Barret, reflexiona sobre la relación calidad / demanda en la cerveza.
La reflexión original de Fermí es de enero de 2015, sobre la cual ha matizado y evolucionado, y ahora veremos qué piensa tras 7 años.
Año 2015
La relación entre la calidad y la demanda de la cerveza, presuponiendo que estamos hablando de ‘cerveza artesana.
¿Existe realmente relación entre estas dos variables? Para analizar la demanda hay que analizar muchas variables de mercado, pero antes de nada deberíamos analizar el tipo de bien o servicio a que nos referimos.
La cerveza no es un bien de primera necesidad, sino de lujo. Esto significa que no obedece a necesidades, sino a deseos. El hecho de que la compra de un producto esté relacionada con el deseo nos lleva a las técnicas de márquetin y a cómo se nos ha presentado el producto, y aquí encontramos el segundo punto de reflexión: ¿Qué se nos está vendiendo como cerveza (artesana) de calidad?
Fermí Cuevas elaborador de cervezas Barret
Evidentemente hay una tendencia que se nos ha ido imponiendo mediante tácticas más o menos estudiadas consistentes en presentar un determinado estilo como “cerveza buena” y todo lo demás como “cerveza mala”. Conscientemente o no (personalmente creo que no), gran parte de los productores locales han ido asumiendo este estilo como propio. La mayoría de las veces sin darse cuenta de que ellos mismos se están condenando a ser jugadores de segunda, ya que la mayoría de ellos nunca elaborarán productos de mejor calidad, ni siquiera similar, que quienes llevan años haciéndolos, quienes, además, cuentan con más y mejores medios. La conclusión de toda esta parrafada es que el concepto “calidad” viene más dado por modas imperantes que por la propia calidad de un producto.
El concepto “calidad” viene más dado por modas imperantes que por la propia calidad de un producto.
Tenemos demasiada facilidad por aceptar que lo que nos viene de fuera es mejor, aunque el efecto beneficioso de esta manera nuestra de ser es que nos obliga a los productores a mejorar mucho más de lo que posiblemente lo haríamos sin esta lacra.
Otro factor implicado en la percepción de la calidad de un producto es el esnobismo.
Otro factor implicado en la percepción es el esnobismo: aquellos comportamientos que consideramos que nos proporcionan estatus entre los miembros de la comunidad cervecera, elaboradores, distribuidores, consumidores… y todos aquellos que conforman la órbita del paradigma del resurgimiento de la cerveza elaborada mediante métodos tradicionales o artesanos. Ejemplos de comportamientos esnobs: “Me gusta esta cerveza porque la hacen unos tíos muy molones” o “Voy a ese bar porque está muy bien visto dejarse ver por allí” sin importarme si realmente esta cerveza me aporta sensaciones agradables al tomarla o si este bar está aprovechando la tirada de la cerveza artesana local para colocarnos sus productos importados. Esta línea de pensamiento que, personalmente, me preocupa por sus implicaciones en todos los demás aspectos relacionados con el mercado, es una percepción más o menos compartida con otros productores, hasta que, en un reciente viaje por media España, comprobé que fuera del área de influencia de estas corrientes, la demanda de la cerveza está más relacionada con la calidad que aquí (en Barcelona y grandes núcleos).
Lamentablemente he de concluir que no hay una relación entre la demanda y la calidad. Y remarco que me refiero al producto de elaboración tradicional o artesanal. Si añadimos el producto industrial hay una relación sí, pero totalmente inversa.
Fermí Cuevas elaborador de cervezas Barret en la radio de Granollers
La calidad de la cerveza y su relación con la demanda, para Fermí Cuevas en 2022.
Año 2022
Hace unos años, Susana me invitó a que expresara mi opinión en su blog acerca de la relación entre calidad y demanda en el ámbito de la cerveza artesana; en aquella época escribí el texto anterior. Hoy me pide que repase el texto y que indique si lo sigo considerando válido. Recuerdo que en su momento algunas de mis afirmaciones levantaron ampollas y, aunque hoy diría lo mismo porque las considero totalmente válidas, creo que debo matizarlas.
1º Sigue habiendo cierta tendencia en determinados sectores, tanto en la producción como en el resto de las tareas implicadas (distribución, venta, consumo, etc.) a considerar bueno lo que está de moda y malo todo lo demás. Desde mi punto de vista, seguir modas no nos hace mejores, por muy bien que imitemos lo que nos llega de fuera.
Sigue habiendo cierta tendencia […] a considerar bueno lo que está de moda y malo todo lo demás.
2º Cuando hablé de ‘jugadores de segunda’ se generaron respuestas muy agresivas, sobre todo por parte de algunas cerveceras que consideraron esto un ataque a su trabajo, ya que se autoperciben tan buenas como la que más. Y no niego que estas cerveceras sean buenas en lo que hacen; es cierto que lo que hacen, lo hacen muy bien. Sin embargo creo que la excelencia consiste en crear y, lamentablemente, la mayoría de proyectos se basan en la re-creación de productos ya creados por otros y no en la innovación. En España, ni existe un nuevo estilo de cerveza que nos represente ni se utilizan técnicas nuevas de elaboración. Pondré un ejemplo utilizando la Física: hemos sido capaces de aplicar y desarrollar muy bien las teorías de Einstein pero no de elaborar una teoría nueva.
Creo que si mis palabras son claras, y creo también que si alguien quiere ver en ellas una crítica, sólo tiene que sacar de contexto algunas frases.
La excelencia consiste en crear y, lamentablemente, la mayoría de proyectos se basan en la re-creación de productos ya creados por otros.
3º Cuando hablo de relación inversa entre la calidad y la demanda en los productos de las cerveceras industriales, me refiero a que sus productos más elaborados son los que menos se venden. Sin embargo, debo remarcar que cumplen perfectamente el objetivo que se proponen y que son eficientes en lo que hacen. No es una crítica a la calidad de las cervezas industriales, como evidentemente tampoco lo es a las que elaboramos artesanalmente.
4Para acabar, si esta reflexión sirve para que alguien vea las cosas desde otro punto de vista distinto (que no mejor) al habitual, me alegraré de haber contribuido. Si no es así, sólo serán palabras que pasarán sin más.
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