Parece evidente que maridaje puede tener alguna relación con marido, con matrimonio… De hecho, una de las acepciones del verbo maridar es casar, «unir, enlazar, íntimamente». El diccionario de la RAE dice que el maridaje es la «Unión, analogía o conformidad con que algunas cosas se enlazan o corresponden entre sí».
Sin embargo, en Gastronomía, el maridaje trata de ir un poco más allá.
El maridaje no es comer y beber a la vez, no. El maridaje tampoco no es juntar alimentos y bebidas que pegan, no. No es tan sencillo.
Yo os podría contar… y de hecho, lo voy a hacer, la experiencia que me abrió los ojos y la mente al maridaje, es decir, mi epifanía ‘marital’. Lo recuerdo muy bien. Me chifla el queso, cualquier tipo de queso, hasta los tranchetes… quiero decir que tengo el morro fino con el queso pero no le hago feos a ninguno. Recuerdo que había comprado un queso así, un poco especial, caro, digamos gourmet, y tenía tantas ganas de meterle mano que esa noche decidí cenar ese queso y una cervecita de trigo alemana, de esas de medio litro, para pasar mejor el queso.
Preparé el queso, el pan me abrí la cerveza, encendí el televisor y me senté a disfrutar de la peli. Entonces me llevé un trozo de queso, estaba delicioso, y le di un trago a la cerveza y… ¡aquello fue una experiencia casi mística!
La cerveza es tan amplia y tan variada, y abarca tantísimos registros, que es una aliada muy valiosa en la mesa.
El maridaje es la combinación íntima y armónica de dos o más elementos gastronómicos, generalmente un alimento y una bebida, con el objetivo de realzar el placer de su degustación. Dicha unión debe ser sinérgica, es decir, debe permitir apreciar los elementos por separado y, además, generar un valor nuevo.
El maridaje es la combinación de dos o más elementos gastronómicos con el objetivo de realzar el placer de su degustación. Dicha unión debe permitir apreciar los elementos por separado y, además, generar un valor nuevo.
Es decir, el maridaje no es juntar cosas, ni siquiera es juntar cosas que quedan bien juntas. Solo se puede hablar de maridaje cuando la unión de esos elementos, bebida y alimento, dan lugar a un efecto nuevo.
¿Qué es maridar un alimento?
Maridar un alimento es unirlo a otro (hasta que la muerte los separe… ¡es broma!) de tal manera que juntos sean mejor y diferentes que por separado.
La gastronomía es el arte de los alimentos y de su percepción. En esta percepción participan todos los sentidos y, sobre todo, la subjetividad, que es el conjunto de todos los ‘sentidos’ internos y menos conscientes.
¿Cómo se marida un alimento?
La gastronomía es el arte de los alimentos y de su percepción. En esta percepción participan todos los sentidos, la vista, el gusto, el olfato, el tacto y, en cierta medida, también el oído y, sobre todo, la subjetividad, que es el conjunto de todos los ‘sentidos’ internos y menos conscientes.
Como el placer es un asunto tan personal y subjetivo, el arte del maridaje no tiene normas fijas y está sujeto a muchos y muy variables criterios. Además, en gastronomía nada es simple: los alimentos son complejos y atendiendo a tal o cual matiz podemos establecer distintos maridajes.
Es difícil hablar del maridaje porque hablamos de placer y el placer es inefable, anárquico, imprevisible, subjetivo, sorprendente y desafiante.
La armonía total de este mundo está formada por una natural aglomeración de discordancias.
Séneca
Pese a que es muy difícil establecer normas o reglas en el maridaje, hay ciertas pautas que pueden ser orientativas y que nos pueden servir como punto de partida en la investigación de los maridajes. En esas pautas profundizaremos en otro post pero ten en cuenta que las bebidas ligeras y suaves son adecuadas para platos suaves; y las bebidas fuertes y sabrosas, para platos consistentes; y esto debe aplicarse al maridaje con cerveza.
El maridaje es el arte de combinar alimentos y bebidas para lograr un efecto artístico y placentero.
El maridaje, como cualquier arte, es libre.
Tipos de maridaje
1. Por similitud
El maridaje más tradicional es el que busca la armonía por similitud.
Consiste en combinar sabores, sensaciones y aromas similares, buscando la armonía para realzar las cualidades comunes de los elementos combinados.
De ese modo, en la conjunción de bocado y trago, los sabores ya existentes se verán resaltados. Es decir, si en mi plato destaca el sabor del tomillo, la cerveza que mejor combinará con él es aquella que tenga matices similares el tomillo… en este caso podría ser que esas notas herbales aportadas por algún lúpulo.
Este tipo de maridaje tiene algunas reglas básicas que se pueden tomar como pauta. Aquí mencionamos solo algunas, a modo de ejemplo.
Las cervezas rubias, secas y ligeras van muy bien con aperitivos.
Las cervezas secas con un punto mineral van muy bien con los productos del mar.
Las cervezas negras van muy bien con los postres con chocolate.
Las cervezas potentes, dulces y robustas van muy bien con carnes rojas estofadas con guarnición dulce, como frutas o cacao.
Insisto, estas reglas básicas se deben tomar como punto de partida, porque cada cerveza es un mundo y cada plato también. Cada maridaje debe analizarse y preparase de forma exclusiva atendiendo a qué matices y notas se imponen en cada uno de los elementos que se combinan.
2. Maridaje por contraste
Sin embargo, el placer de los sentidos también puede despertarse a partir de opuestos complementarios.
El maridaje por contraste consiste en la unión de dos elementos con características muy distintas, casi opuestas, que se complementan a la perfección.
Este tipo de maridaje permite arriesgar muchísimo más y permite también lograr efectos mucho más sorprendentes. Se puede apostar por enfrentar los sabores para dar lugar a uno completamente nuevo o se puede jugar a resaltar uno al combinarlo con su opuesto. Por ejemplo, si combinas un alimento dulce con una cerveza amarga, el amargor de la cerveza se puede ver potenciado.
Es importante tenltar uno de ellos. Al buscar un contraste es importante cuidar que uno de los sabores no opaque por completo al otro.
3. Maridaje cultural
Este tipo de maridaje se rige por criterios de relaciones no gastronómicas entre los alimentos maridados. Las catas culturales son las muy habituales como actividades de ocio cultural y gastronómico dirigidas al público general.
Suelen inspirarse en modas o tendencias del momento, como series de televisión, épocas históricas, etc.
Maridaje regional
Los maridajes regionales son aquellos que buscan la armonía entre productos gastronómicos de una zona geográfica concreta. Es fácil que el vino o la cerveza de una región combine muy bien con algunos alimentos o especialidades culinarias típicas. De hecho es fácil que esas combinaciones gastronómicas sean populares en dicha región y al elaborar los alimentos o bebidas se tenga en cuenta la costumbre de consumirlos juntos.
Un ejemplo claro de este tipo de combinación de maridaje regional es la armonía entre salchichas ahumadas y cerveza ahumada de la zona de Barmberg.
Maridaje histórico
Como el ocio gastronómico se ha popularizado mucho en estos últimos años, constantemente surgen propuestas de catas temáticas que intenta conectar con gustos, preferencias y aficiones del público.
Dentro de esta oferta de cultura gastronómica, son habituales las catas centradas en épocas históricas concretas, combinando productos populares en esos tiempos.
Maridaje temático
Este tipo de maridaje combina productos que tienen alguna relación además de la pura afinidad organoléptica. Un buen ejemplo sería una cata dirigida a amantes de una serie de televisión en la que se combinarían bocados y tragos significativos dentro del universo semiótico de la serie.
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